Cómo NO vender un coche

Tiempo de procrastinación | 8 minutos

Hace poco cambiamos el coche «de viajes» de casa.

Sí, compramos uno nuevo. Y sobre el viejo, nos daban tan poco por él que se lo cedimos a un familiar pagando el precio del valor que nos dieron en el concesionario. 300 euros.

Vale, el coche tiene 14 años y 400 mil kilómetros, pero iba perfecto. Y es un modelo japonés. Vamos, que tendrá coche para rato.

Pero de andar mirando coches y tras mis experiencias con la compra del otro coche de casa, uno puede encontrarse con una «fauna» impresionante en este mercado, el de los coches nuevos y de segunda mano.

Vendehumos, flipaos y mentirosos

Cuando compras un coche nuevo puedes encontrarte con un vendedor/a pesado/a, prepotente y/o que no tiene ni idea de lo que vende.

Aunque normalmente suele ser gente preparada, que sabe qué tiene entre manos y con bastante don de gentes. O al menos eso es lo que me he encontrado yo en estos años de acompañar a familiares y amigos a comprar coche.

Otra cosa es comprar coches de segunda mano.

Cuando estaba en la búsqueda del coche que tengo actualmente -un modelo en concreto-, me encontré con toda clase de fauna.

Pocos kilómetros, completamente revisado. Sólo falta una mano de pintura…

Desde el profesional de la compra-venta que lo sabía todo y más y generaba confianza, hasta el personaje que no tenía ni idea de qué estaba vendiendo y que me explicaba con toda la razón del mundo -sin tenerla- que el coche era alemán al 100%, que no consumía tanto -un compra-venta que no lo probó en la vida o un señor que le hacía 4 mil kilómetros al año-.

También el señor o señora que decía que «que suene así es normal» -porque su colega el mecánico le dijo que todo iba bien-, o el que se creía que me hacía un favor vendiéndome el coche.

Por el medio de todos, claro está, aparece el típico flipado que «controla» sobre el tema y que cuando le haces una pregunta «normal», haciéndote un poco el idiota, ves que es un vendehumos de cuidado.

Y el mentiroso. Ese es el peor.

Mi historia. Una de ellas.

Cuando compré el coche, vivía en Galicia. Y había una unidad del coche que por fotos se veía que le faltaba «un poco de cariño» pero que estaba bien en general. El coche estaba en el País Vasco. Como me coincidía pasar un fin de semana en Burgos, me pedí un par de días libres y me cogí un tren desde Burgos a San Sebastian, donde me recogería el dueño del coche.

Cuando hablamos por teléfono me dijo que el coche dormía en la calle -por lo que era normal que por fuera estuviera la pintura quemada-, pero que el coche en general estaba bien. Me fié. Si el coche estaba lo suficientemente bien y llegábamos a un acuerdo -que yo veía más que probable-, me iba de vuelta a Galicia en él.

JA.

Si claaaaaro, el coche está en perfecto estado.

Saber qué vas a comprar y ver el coche, lo más importante

Conocía el modelo en cuestión, conocía los defectos que tiene, conocía alguno de los males endémicos y conocía sus puntos fuertes. Iba con la lección aprendida, vaya.

Llego a la estación, salgo por la puerta principal y ya ubico el coche. No es difícil. Un coche rojo con techo blanco y la pintura algo quemada es fácil de ver.

Saludo al dueño y me monto en el coche. Nada más abrir la puerta, ésta hace un crujido.

Mal empezamos.

El dueño arranca -estaba el coche encendido-, con la música puesta a un volúmen un poco alto y me empieza a hablar… de cualquier cosa. Yo empiezo a preguntarle por el coche.

P- Así que duerme en la calle.

R- Sí. Bueno, de hecho pasó MÁS DE SEIS MESES parado en la calle.

¿En serio?

What? Pero vamos a ver, que dormir en la calle NO ES LO MISMO QUE ESTÉ PARADO EN LA CALLE.

P- A ver, que parado en la calle no es lo mismo que dormir en la calle… Además, ¿por qué estuvo parado tanto tiempo?

R- Porque no tenía dinero para el garaje, el seguro y el mantenimiento.

Vale, puedo entender que todos pasamos por situaciones difíciles… Pero coño, no me engañes.

P- ¿Y el mantenimiento está hecho al final?

R- Sí, todo correcto. Te enseño las facturas si quieres. Ahora ya no me hace falta el coche, así que lo vendo.

Bueno, puede tener un pase.

Me dice que si quiere paramos a un lado y lo miro bien. Accedo a ello. Quería comprobar que todo estuviera correcto.

Le doy la vuelta al coche por fuera y efectivamente al coche le hace falta una buena mano de pintura, cosa que me da igual porque en realidad no me gustaba en rojo. Si se llegaba a un buen acuerdo, a lo mejor hasta podía pintarlo de otro color -partes interiores incluidas, que muchos que repintan el coche no ven que por dentro del capó y las puertas se nota el color viejo-.

Los plásticos exteriores no están muy bien, pero pueden tratarse. Las llantas, igual.

Ruedas, tienen para un tiempo y no están caducadas. Aunque habría que vigilarlas después de pasar el invierno en la calle.

Abro el capó, parece que está todo bien. No se ve aceite por ningún sitio ni manchas raras… Aunque está todo bastante lleno de mierda y veo telarañas. No me gusta. Pero por el precio, si la revisión está hecha, me puede vale. Para limpiar hay tiempo.

Me siento en el asiento del conductor. 50 mil kilómetros dice que tiene. El asiento está un poco desgastado, pero nada grave. El volante, la palanca y el freno de mano algo rayados, pero de nuevo, nada grave.

Miro el interior del coche y en general se le ve cierto abandono, pero no parece excesivamente malo. Al menos se ve «arreglable».

Abro maletero, compruebo que no se vea nada raro. Juntas bien puestas, el maletero cierra bien y no se ve desencajado. La defensa trasera, completamente rayada, pero no con agujeros. Parar en la calle es lo que tiene.

Me acuerdo de la puerta. Voy a ella y se lo comento al dueño.

P- ¿Habías notado lo de la puerta? ¿Qué crees que es?

R- No, no me había enterado. Nunca lo había hecho.

Que la puerta hace cosas raras…

La puerta me da la impresión que está algo desencajada. Pero no veo golpe. Intuyo que hay que apretar algún tornillo y echar algo de aceite más que otra cosa… Pero no me gusta.

Miro por debajo, no veo óxidos. Aunque el escape está un poco desencajado -con el tiempo supe que es un mal endémico en este modelo. Me pasó con el que terminé comprando-.

En general no veo «piezas nuevas». Vamos, que estoy por asegurar que golpe no tiene.

Así que llego a una conclusión. El precio está unos 1000 euros por debajo, pero le digo al chaval:

«A ver, el coche no se ve mal del todo, pero se nota que necesita trabajo. El hecho de pintarlo bien ya son unos 1500 euros, así que si en vez de 10 mil, me lo dejas en 9, hacemos trato».

Se lo piensa. Y me dice:

«Bueno, lo hablo con mi mujer y te digo».

Estoy de acuerdo y le pido «si por favor» me puede acercar al hostal donde me iba a quedar. El tren de vuelta en caso de no haber trato salía a las 12 del mediodía del día siguiente, así que hasta esa hora tiene tiempo a pensárselo.

Vender un coche que no está bien puede ir en tu contra

Y a este chaval le salió el tiro por la culata.

En el momento que intenta arrancar, el coche se cala. Vuelve a intentarlo. Se vuelve a calar. Algo no va bien.

Me mira de reojo y lo vuelve a intentar. Después de un acelerón importante, el coche se mantiene encendido.

Lo miro y le digo…

P- ¿Y esto?

R- Bueno, me lo hace a veces, pero ya le cambiamos un sensor y funcionaba. NO ME LO HABÍA HECHO DE NUEVO.

Mirada ojiplática. ¿En serio no me ibas a decir que el coche tiene un fallo en el arranque que ya te pasó más de una vez?

Obviamente le digo,

Yo- A ver, con el coche así y viendo en general cómo está, no voy a poder fiarme del todo.

Su respuesta es

El- Bueno hombre, el coche va bien.

Yo- …

Le comento que voy a hablar con un colega mecánico que trabaja con estos coches y que más tarde le llamo.

Yo de mecánica ando justo. Así que realizo la llamada pertinente y la conclusión no fue concluyente -valga la «rebuznancia»-.

Pueden ser las bujías -60 euros-, puede ser algún sensor -a saber el precio- o incluso algún inyector -cosa seria-.

Vamos que el coche igual me dejaba tirado de camino a Galicia.

Conclusión, llamo al chaval y le hago una última oferta a la baja. Lo sé, alguien normal abandonaría, pero el coche me daba penilla. Quería «recuperarlo».

Le ofrecí 6 mil. No quería jugármela a que fuera lo peor y luego tener que pagar, no sé, un motor nuevo. Y por 6 mil sí lo compraba. Mucho margen de maniobra hasta los 11 mil que andaba la media de este modelo.

La respuesta me dio que pensar, porque no me dijo NO. Me dijo que se lo pensaba.

Que se lo pensaba. Sabía que el coche estaba mal y si colaba, colaba. Me empecé a arrepentir de ofrecer esos 6 mil.

A la mañana siguiente me llamó y me dijo que no. Que por ese precio no, pero que por 8 sí.

Ahí quien dijo no fui yo.

Y a las 12 cogí el tren de vuelta a Galicia. ¡10 horazas de tren!

Chu, chuuuu…

Pero con la lección aprendida. Hay que preguntar más. Y preguntar DE TODO.

Y así, tras este viajecito, me encontré de vuelta en casa, con 2 días menos de vacaciones y sin coche a la vista.

Tardé 2 meses más en comprarlo. Pero el que compré estaba como tenía que estar.

Más o menos.

Pero esa es otra historia.

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