¿O será worderlust?
No, no… Esta vez hablo de viajar.
Bueno, la cuestión es que ando con mono de viajar. Normalmente a estas alturas del año tendríamos planeada alguna escapada o directamente ya la habríamos hecho. Pero entre pitos y flautas, no ha sido posible organizar absolutamente nada.
Eso me ha llevado a dejar de publicar fotos en Instagram más o menos a menudo, básicamente porque no tengo mucho que mostrar.
Y me lleva a rememorar viajes pasados y sobre los cuales me gustaría escribir en algún momento.
De hecho, hay un par de artículos que tengo a medias. Bueno, un par de viajes, porque artículos van a ser más de 2. En uno llevo 7.000 palabras y ¡voy por el día 7 de 21 de ese viaje!
Me lío… A ver, la idea de este artículo es hablar de mis comienzos viajeros. Y es que eso de montarme en aviones -o coches- para ir a algún sitio debo de llevarlo en la sangre.
Padres… ¿Viajeros?
No sé si puedo decir que mis padres sean viajeros. Creo que sí.
Para empezar, «viajaron» para tener una mejor vida -que son emigrantes, vamos-.
Mi padre, el primer viaje que hizo en su vida fue para ir de Vigo a Venezuela… ¡En barco! Y es que por allá por los años 50 lo de viajar en avión era para ricos.
Sí, digo bien. Años 50. Mi padre es un señor ya. A sus ochenta y tantos tiene muchas historias que contar. Anécdotas de vida que espero recopilar.
Mi madre fue más «señorita». Por los años 60, mi abuelo -que ya llevaba unos años en Venezuela- vino a España a buscar a la familia y llevársela para allá. Ya ellos fueron en avión. Aunque si os digo la verdad, no sé cómo fue la historia de mi abuelo. Tendré que preguntar.
Después de casarse -otra historia para recordar, la verdad- y durante los primeros años sé que fueron a Argentina y a Brasil. Y a España a visitar a la familia cada poco tiempo. Si no era cada año, era cada 2. Y a Canarias de vacaciones varias veces. A mi padre le encanta.
Hicieron algún viaje más -a Houston, o «Yúston» como diría mi madre- por obligación para llevarme al médico -no corras comiendo turrón de cacahuetes, que si no igual terminas con un trozo de turrón en un pulmón… Cosas que pasan cuando tienes menos de 2 años-.
Ya de vuelta a España -aterrizamos en este país de manera definitiva en el 97-, los viajes a Inglaterra han sido los habituales. Mi hermana lleva viviendo allí desde el 95, así que ir a pasar con ella unos días -o meses- para ellos se ha vuelto casi que normal -cosas de los jubilados-.
Y eso hablando de aviones. Porque sus viajes a Portugal «a comprar aceite» son como los míos para ir al súper. Es lo que tiene vivir en Galicia, que en 2 horas te plantas en Portugal.
Además, se han recorrido medio país en coche. Conmigo -fuimos a Sevilla y estuvimos por Cataluña adelante… Además de Cantabria y el País Vasco- y sin mí -Extremadura se la recorrieron de pe a pa y Canarias ya no os digo-.
Así que la afirmación de padres viajeros me da a mi que es correcta.
No está mal esto de viajar
A pesar de que ya había realizado algún viaje antes -no cuento ir y venir de Venezuela a España porque eso no era turismo tal como lo entiendo- como cuando fui a visitar a mi hermana a Inglaterra -cuando se casó o cuando tuvo a mis sobrinos- que aprovechamos para hacer algo de turismo, el primer viaje de «turistiqueo» tal y como lo entiendo yo fue en 2006.
Fue turismo nacional, pero no deja de ser turismo. Fui a visitar Madrid, Ávila y Segovia -ciudad esta última que me encantó- y la verdad es que me gustó mucho.
Dije eso de «no está mal esto de viajar» y ya me empezó a picar el gusanillo.
A pesar de ello, las «circunstancias de la vida» -es decir, mudarme de casa de mis padres y empezar a currar pagando alquileres y demás- no me permitieron ponerme a viajar «de verdad» hasta el 2008.
Fue también un viaje nacional y tirando a corto, pero ya fue como un pistoletazo de salida: Un viaje a Barcelona.
En diciembre de ese mismo año, salí rumbo a Venezuela a la boda de uno de mis mejores amigos. No podría decirse que fue turismo, pero el hecho de montar en un avión ya es suficiente inyección de wanderlust para mi.
3 meses después y gastando lo que me quedaba de ahorros -y pidiendo una subvención a fondo perdido de mis padres-, fue a la boda de otro de mis mejores amigos a… ¡Miami!
Y ahí ya sí que me volví completamente adicto.
Gracias a mi amigo, conocí varias partes de Miami -entre preparativos de boda y arreglos en el piso que iba a compartir con su mujer- y además, aprovechando que otra amiga vive en Orlando -venezolanos por el mundo, que se dice-, hice una visita a la NASA y a Magic Kingdom.
Conclusión: ¡Me quedé con ganas de más!
Cuando tienes a alguien que es igual que tú
Es «peor» la cosa cuando tienes a alguien con quien compartes afición.
En 2010 ya empezamos temprano. En enero una pequeña escapada a Asturias. Y durante el resto del año Cantabria y Logroño, Cataluña y País Vasco, Norte de Galicia -vivía en el centro-sur- y para acabar el año, Portugal.
En 2011 la cosa empezó a internacionalizarse más. Ámsterdam y otra escapada a Portugal… Y para finalizar el año, la cosa iba a ser la crème de la crème: La costa oeste de Estados Unidos.
Pero… literalmente 3 días antes de la salida me sentí un poco mal. Me dije a mí mismo «vaya puntería para cogerte una gripe».
Pero no era una gripe. Era varicela.
Sí, a mi edad no la había cogido nunca. Y va a pillarme 2 días antes del mejor viaje que iba a hacer en mi vida.
3 días haciendo llamadas y mandando emails para poder cancelar todo y trasladarlo a otra fecha que decidimos aprisa y corriendo: Finales de abril – principios de mayo.
Nunca sabré si todo eso fue bueno o malo. Porque visitar el Gran Cañón -fuimos a San Francisco, pero la vuelta era desde Las Vegas- en pleno invierno nos aseguraba temperaturas bajo cero y seguramente nieve. Y al ir en abril, fueron días de sol y temperaturas muy agradables.
En otras palabras, el viaje fue IMPRESIONANTE.
Es uno de esos viajes que a pesar de haber sido ya en el 2012, quiero recuperar a través de artículos. Algún día lo haré… O eso espero.
¿Cómo elijo sitio a donde viajar?
Soy aficionado a 2 cosas cuando elijo sitios que visitar:
- Paisajes.
- Ciudades.
La playa me divierte, pero un rato, visitar sitios de culto está bien, pero tampoco me aficionan en exceso. Ver animales y cosas así tampoco son mis favoritos.
Prefiero Nueva York a Punta Cana. O Suiza a Kenia. Se me entiende, ¿no?
Así que ahora mismo estamos a la expectativa de poder preparar un viaje para septiembre. Un viaje que espero documentar y preparar algún artículo sobre él.
Un sitio que siempre quise ir, pero que por A o por B nunca llegamos a preparar del todo. Siempre surgía una posibilidad diferente -y normalmente más barata-.
Uno de esos sitios en el que me falta poner el «check» en la casilla. Aunque de algo estoy seguro, creo que la lista de lugares a visitar no se acabará nunca.
Y es que hay una frase que leí por ahí a la que le doy toda la razón del mundo:
«Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas»
Hippolyte Taine -filósofo francés, aunque desconozco si de verdad es suya-
Y es que ver otros sitios te permiten ampliar horizontes.
Y cuanto más viajo, más me fascina el mundo en que vivimos.